Aunque la minería se practica en el territorio chileno desde tiempos pre-hispánicos, su expresión en el paisaje y en la generación de efluentes y residuos se manifiesta desde la primera mitad del siglo XIX, cuando cobra importancia la explotación del cobre, la plata y el oro. A fines del mismo siglo se suma la del salitre (nitratos), cuyos requerimientos de leña afectaron a los bosques de tamarugo y cuyas escombreras son aún parte del paisaje de la depresión occidental del desierto de Atacama en las regiones I y II (la Pampa ). Sin embargo, es a principios del siglo XX, con la explotación de los grandes yacimientos porfíricos de cobre, que la minería dejará su huella ambiental más profunda. Ella se manifiesta tanto en las grandes excavaciones a cielo abierto, como en los depósitos de residuos que las acompañan, aparte, de los efluentes líquidos y gaseosos generados.
Posteriormente, en el curso del mismo siglo, se añade la minería de los grandes yacimientos de hierro, y la de los depósitos de tamaño medio de cobre. Además, a fines de los 70’ cobra importancia la minería del oro, con el descubrimiento del yacimiento de El Indio, seguido de cerca por los del Distrito Maricunga (Atacama). El presente trabajo se centrará en los posibles efectos contaminantes de la minería del cobre y del oro sobre los recursos hídricos. Ello, considerando que por su mineralogía, las explotaciones de hierro revisten poco riesgo y las de otros metales, como Ag y Mn representan un escaso volumen. Al respecto, en materia metálica, Chile tiene "mucho de poco" y por lo tanto poca variedad de metales (lo que en términos ambientales puede ser una ventaja).
Los efectos ambientales de la minería en general comienzan con las excavaciones subterráneas o a cielo abierto. Las primeras, menos visibles, pueden en cambio aumentar en órdenes de magnitud la superficie de roca expuesta a reacciones químicas roca/agua/aire. En el caso de los yacimientos metálicos sulfurados, ello favorece la generación de drenaje ácido y la consiguiente solubilización de metales pesados, que pasan así al drenaje subterráneo y de éste al superficial. Las excavaciones a cielo abierto, aunque exponen una superficie menor a las mismas reacciones, pueden dar lugar formación de un pequeño lago al término de la vida de la mina, que también puede convertirse en un intermediario en la contaminación del drenaje subterráneo.
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